Philip Seymour Hoffman nos dejó prematuramente - quizás queriendo, quizás no - y con el se fue el actor de USA mas talentoso desde Marlon Brando. Por supuesto no lo digo yo, lo dice gente que sabe. Puede que Leonardo Di Caprio le llegue al talón. Pero no va mas allá.
Hoffman me fascinaba y me sigue fascinando. Tenía unos recursos mímicos y expresivos amplios como la desembocadura del Río de la Plata - disculpen la metáfora rebuscada - y una inagotable capacidad de transformar su voz, sus gestos y su porte como mejor calzase al personaje.En una de sus últimos trabajos para el cine Hoffman nos regaló la que es, para mí, su mejor actuación: un perdedor, un pobre tipo que para peor es agente secreto alcohólico, obsesivo y lleno de demonios. Y este espía perdedor trabaja en un ambiente tóxico, con gente tóxica, con temas tóxicos llenos de contradicciones: un checheno llega a Hamburgo y reclama dinero que no quiere tener (¿Y para qué reclamará dinero que no desea...?). El dinero está en el banco, y el banquero se hace el distraído y hace como que no entiende (pero sí entiende). Y mientras todo eso pasa, la agencia de inteligencia de Estados Unidos en Hamburgo dice que no está interesada en el checheno y el dinero que reclama pero al final parece que sí; y mucho.
A Most Wanted Man es una película alemana basada en la novela del mismo nombre de John le Carré, y dirigida por un director holandés que no conocía: Anton Corbijin, que no se dedica a la cinematografía de películas de largometraje de ficción sino a grabar videos y shows de bandas de rock. Mucho mas del director no sé.
La película es una coproducción europea entre varios países, con ritmo de los Países Bajos y con suspenso a la alemana pero extrañamente con su mayoría de actores no europeos y en idioma inglés.
El resto del elenco está bien: Willem Dafoe, Rachel McAdams y otros (correctos).
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