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Ay, ay, ay... Linda Ronstadt. Mi querida Linda, que ya no cantás.

Deseo comentarles que Linda ya hace unos años se retiró de los escenarios.

Anda mal de la voz, del corazón, de casi todo. La vejez la está tratando mal a mi querida y admirada Linda. Pero hoy, así y todo, me dio un alegrón, mi querida Linda Ronstadt. Es que me puse a escuchar esta maravilla de disco que grabó hace ya muchos años: Canciones de mi Padre. Que es el disco donde canta, en nítido y puro español y a la mexicana, las canciones que amaba tu padre, ese papá que tanto quiso. Amo este álbum, me parece una obra maestra. En este disco Linda quiso rendir tributo a su papá, un descendiente de mexicanos hecho y derecho; y también le rinde tributo a su segunda patria, México. Linda ama a México; es que lo lleva en la sangre. Y se nota, a que sí. Elegí el tema La Cigarra, que es increíble, está interpretado maravillosamente bien, y me hace poner la piel de gallina.


Imagen bajo licencia de Wikimedia Commons





Libertango, una obra maestra incombustible y perdurable

Libertango es una obra maestra, ¿quién lo duda...?

Libertando se grabó por primera vez en Italia en 1974. El maestro Piazzolla esta allí un poco para alejarse de las críticas de los puristas tangueros que, cuándo no, decían que el tango debía mantener sus estado "puro".
Piazzolla tenía un rígida formación en música clásica y se estaba animando a la fusión del tango con jazz, bossa nova, grandes orquestaciones sinfónicas, pop, rock, el uso de sintetizadores ... un investigador, digamos.El tema años mas tarde tiene un agregado de letra por el poeta Horacio Ferrer.
Y todo lo demás son covers, versiones y homenajes. Y de allí a la eternidad.
Dicen que hay mas de mil versiones de Libertango dando vueltas.
Pero en honor a su creador, les dejo el video de la versión original interpretada en 1977 y con la participación del genial Astor y sus músicos.


Imagen de Flickr bajo licencia de Creative Commons





Canto de Ossanha, mi canción preferida de Vinicius de Moraes, Maria Creuza y Toquinho en La Fusa

Resulta que el 24 de enero de 2024 uno de mis canales de Youtube cumplió 5 años. Y para festejarlo, pues escribí en la sección "Comunidad" un texto alusivo al festejo.

En es escrito le contaba a quienes leyesen el posteo que luego de 5 años poseo solamente 500 suscriptores; y a contracorriente del algoritmo que me ignora (y también yo lo ignoro) soy como la nada; una nada que piensa, resuelve y genera sin esperar que otros se den cuenta que lo que hago lo hago por mí, a mi gusto, a mi tiempo.

También dije que voy, siempre, más allá de la creación, más allá de la conciencia y de el armado conceptual de un tópico determinado. Como bien dice mi mejor amiga: "vos sos el dínamo; y a partir de allí, todo fluye". ¿Qué suena egoísta...? Puede ser: lo que escribo, grabo, digo y dibujo lo hago por mí y me tiene que gustar y convencer a mí; y si luego ello gusta a otras personas, pues tanto mejor. Para festejar los 5 años y los 500 suscriptores de mi canal, entonces, posteé unas pocas palabras y que estaban referidas a cómo nació mi relación con la música. Que es la historia de una nena (en los '70) a la que no le interesaba que la sigan; que no me interesaba deslumbrar, polemizar ni destacar.
Pero mejor, voy a la historia. El primer disco que tuve en mi vida (tendría unos 6 o 7) me lo regaló mi abuelita. ¿Y qué creen que me regaló? Pues Vinicius, Maria Creuza y Toquinho en La Fusa. Mis padres, horrorizados, creyeron que no era música apropiada para una nena y que yo necesitaba algo mas "light" e infantil. Pues no: mi abuelita insistió que era música para educar, porque mi abuelita pensaba que la música y los libros eran artículos de primera necesidad (justo ella lo decía, que no había terminado la escuela primaria pero poseía una enorme cultura a base de lectura). Ese disco (y otros discos...) marcó mi destino. A Vinicius le siguieron Maria Callas, Frank Sinatra, Nino Bravo, Mozart, Los Jaivas, Ramona Galarza, El Trío Los Panchos... Y todo ello antes de mi adolescencia. Y qué decir de los libros: gracias a mis padres y abuelita, que alimentaban mis neuronas de voracidad incontrolable, antes de la adolescencia mis lecturas ya habían dado cuenta de Thomas Mann, Hermann Hesse, Borges, Bioy Casares, Emile Zola, Hemingway, Joseph Conrad... Todo influye para la construcción como ser y como comunicador. Y mis influencias son tatuajes imborrables y arterias vivas que se notan y sumergen una y otra vez en el pastizal de lo que hoy es la Comunicación de Masas. Voy a dónde casi nadie va, hago lo que no interesa ni repercute; escribo sobre cuestiones que no son populares. Pero no me importa: me gusta lo que hago, y eso es suficiente. Vengo del tocadiscos y de la máquina de escribir. Y hoy estoy aquí, con blogs, libros, y Youtube. Mañana no sé, ¿quién sabe? Me ronda por la cabeza de volver a la máquina de escribir; y también me ronda la cabeza perderme entre renglones y tiza y transformar esa energía inclaudicable con la que nací en un collage metafísico y transformador. Les confieso: del festejo no se enteró nadie, pues nadie me felicitó, nadie me saludó; nadie hizo el menor esfuerzo para comunicarse conmigo y decirme: che, Gabriela, te felicito, en verdad. Y entonces hice un festejo íntimo en el que me felicité a mi misma. Y qué mejor que poner una y otra vez mi canción preferida de Vinicius de Moraes, Maria Creuza y Toquinho, llamada Canto de Ossanha, la misma que tocaron en La Fusa y quedó inmortalizada en ese disco.


Imagen bajo licencia de Picryl.





Lili Marlen, la canción que atravesó la Segunda Guerra Mundial

 Las remembranzas algunas veces son tan caprichosas...

Como cuando una canción se nos pega por el resto de la vida, esa misma canción que aprendimos a tararear ni bien pudimos.
Cuando era pequeña, digamos 4 o 5 años, recuerdo que mi papá solía cantar una canción en una lengua extraña.
Aún creo que yo no distinguía que existían otros idiomas además del italiano pero igual trataba de acompañar la letra y los sonidos. El alemán no ha sido jamás un idioma en el que tenga facilidad, por otro lado.
Y esa canción, Lili Marlen, mi padre, y también a veces mi mamá, solían cantarla. A ambos les encantaba cantar, las reuniones familiares siempre las recuerdo por sus canciones luego de la comida.

Mi papá había peleado en la Segunda Guerra y por lo tanto aprendió a enamorarse y a tener esperanzas con Lili Marlene.
Esta canción tiene una historia para contar. Quizás la historia no sea muy entretenida, pero ayuda a poner en contexto el tema.
El poema en que se basa la canción se escribió en 1915. Ya vieron que muchísimas canciones surgen como poemas 'cantados'. En 1937 el autor del poema, Hans Leip, extiende el original de 3 a 5 versos y el músico Norbert Shultze compone la melodía. Y acá nace la canción 'Lili Marlen'.
La canción tuvo infinitos cambios de nombre, versiones, traducciones, centenares de libros, documentales y ensayos en los que no deseo extenderme. Solo decir que la primer versión de la canción se grabó en 1939 y la voz fue Lale Andersen. Se supone que la canción debía apuntalar la propaganda nazi. Por el contrario lo que este fenomenal suceso musical logró es infundir a los soldados de todas las armas esperanza y alivio y alejarlos de la angustia, el dolor, la soledad y el desamparo mientras la silvaban o cantaban.
La canción rápidamente rompió fronteras y empezó a ser cantada por nazis, rusos, ingleses, americanos y todos aquellos que entraron en contacto con ella.
Lili Marlene es uno de esos extraños fenómenos en los que las barreras culturales, ideológicas y políticas no pueden contener una obra de arte.

Demás está decir que la canción tuvo tropicientas versiones en decenas de idiomas. Pero solo incluiré dos versiones: la de la propia Lale Andersen y la de Marlene Dietrich.


Imagen de escultura de Lili Marlen bajo licencia de Wikimedia Commons















Las mil y un versiones de Smile, de Charles Chaplin

 No soy mucho de conciertos ni shows, menos los que son virtuales.

Pero durante 2020 y en plena pandemia, mirando en casa el One World Together at Home escuché y vi la versión de Smile de Lady Gaga. Y no pude evitar ponerme de pie y aplaudir. Lady Gaga es tan, tan talentosa que eclipsa todo lo que se le pone cerca. Luego, claro, están los gustos de cada cual, por supuesto.

La música de Smile se remonta a Charles Chaplin, su compositor. Esta melodía formó parte de la banda musical de Tiempos Modernos en 1936. Mr.Chaplin era un músico y compositor maravilloso, además de extraordinario actor, productor, director, escenógrafo, bailarín, editor, libretista, coreógrafo y empresario.

En 1954 a la melodía de Chaplin se le agregó letra.
Y de allí al éxito universal. Una de las canciones mas versionadas de la historia, no importa el idioma o la cultura.
La canción ha aparecido también en numerosas bandas sonoras de filmes y comerciales.

La canción fue versionada hasta casi el infinito, como ser Judy Garland ( la enorme ); la cantada por Lady Gaga; por supuesto la de Nat King Cole - que en 1954 tuvo el honor de grabar la primer versión cantada del tema - y Jimmy Durante; también la cantaron Tony Bennett, Michael Jackson, Josh Groban, Michael Buble, Babra Streisand y Elvis Costello; entre otros.

Mi versión preferida de Smile es la cantada por Judy Garland:


Imagen bajo licencia de Wikimedia Commons





Also sprach Zarathustra op. 30 - Richard Strauss

 Creo que esta pieza fabulosa no necesita presentación. Una gloria. El que no la conocía enmendará un faltante, y el que la conocé también recordará la banda sonora de 2001 A Space Odyssey.



Foto de Richard Strauss, imagen de Picryl bajo licencia de Creative Commons.

Y video con dirección orquestal del inmenso Gustavo Dudamel.



Non, Je ne regrette rien: mi canción preferida de Edith Piaf



Hay parejas compositivas que son inmortales. Tal es caso de Lennon- Mc Cartney; Hammond- Hazlewood, Charles Dumont-Michel Vaucaire: tres parejas compositivas extraordinarias e inmortales que perdurarán por los siglos de los milenios.

Si a una pareja compositiva adicionamos una intérprete magistral nos queda.... una maravilla unánime, fabulosa y exquisita. Edith Piaf sacó fuerzas de donde no tenía para interpretar este agónico " Non, je ne regrette rien" que es un poco una síntesis de su inmenso legado artístico. La canción (música de Dumont, letra de Vaucaire) le llegó tarde, en un 1960 que ya la encontró sin fuerzas, enferma, desgastada y con la gloria que se le escapaba entre los dedos pero que llegó póstumamente, como pasa casi siempre. Creo que Edith no lamentaba ser lo que fue. En todo caso tuvo fuerzas de decirlo ante un público que azorado y entristecido sabía que la artista estaba despidiéndose.


Imagen de Wikimedia bajo liccencia de Creative Commons (CC)

Y ahora pondré dos videos: en el primero la Piaf; en el segundo, también la voz de la Pif, pero personificada en la película que le rinde tributo.