Un día nuestros mejores amigos nos dejan. Como nosotros también los dejaremos. Entristecidos, apenados. Un poco maltrechos en el alma y en la sonrisa que tarda en dibujarse.
Y cuando los sepultamos se entrechocan en el corazón la angustia y la impotencia de no poderlos tener eternamente, disfrutarlos en un instante congelado que los mantenga felices, plenos, ágiles; espléndidos mientras trotan a nuestro lado y nos miran y son cómplices de juegos y confesiones.Y llega el día en el que un terrón de tierra es la palabra "fin" para la historia compartida. Palabra que se trastoca en " Comienzo" para reescribir con el paso de tiempo los recuerdos ( qué lindos que son los recuerdos ) las anécdotas y el dibujo de esa mirada incandescente que traspasa la vida y se pierde en el magma cándido de la rememoración.
Imagen de Wikimedia bajo licencia Creative Commons
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