Los choques de planetas musicales existen, y vaya que son extraordinarios. Porque no hace falta que un creador esté en comunión con otro, o que estén de acuerdo, o que sigan la misma línea compositiva, tónica y argumental. A veces solo es necesario el amor, el respeto y el espíritu de querer hacer algo juntos y compartirlo para que vibre la vida, la cultura y el universo.
Sigo al Indio Solari desde que me acuerdo. Primero desde su carrera junto a Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y luego su etapa solista y con sus grupos. Y si bien es cierto que el rock o el pop no me emocionan, la música del Indio siempre me apuntó al corazón. Desde hace unos años, también, lo acompaño junto a millones de almas en las instancias de su dolor, decaimiento y encierro.
Con Wos me une el amor por su descarada improvisación, el talento musical y compositivo, su capacidad de crear atmósferas y situaciones que de otra manera no experimentaría ni viviría, y la versatilidad para adaptarse y reciclarse. Si debo resumir mi sentimientos para con los dos, diría que han logrado sacar de mí lo mejor de mi existencia, mi calidad humana y mi constructiva soledad. Y eso es muchísimo.
Hace unos meses el Indio y Wos cantaron un tema juntos. Y mi alma cuan volcán saltó con lava amorosa por todos lados, salpicando incluso mis lecturas, mis escrituras en todas sus fases, la música que compongo y el arte que ejercito.
Sé que a muchos les pasó lo mismo.
Y gracias a los Dioses, ese magma exquisito sigue devorándome amorosamente mientras escribo estas palabras.
Quiero quemarme, sí, quemarme en la letra, garra y compases de esta canción.
Y que suene hasta la eternidad.
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