A Longe o Mar, mi canción preferida de Madredeus

El fado y mi persona se han relacionado íntimamente desde tiempos en los que mi memoria se pierde. Es como que mi alma y el lamento portugués están hilvanados. Y es un poco así: mi bisabuela fue portuguesa, y mi abuela, habiendo mamado esa cultura de pequeña, gustaba mucho de comprar vinilos de fado.

En mi adultez viajé varias veces a Portugal, y allí aproveché a escuchar fado en todo su esplendor y facetas. Me imbuí del fado de Porto, el de Lisboa, el del mediterráneo, el de Coimbra, los regionales. Todos ellos diferentes, pero con la misma raíz: la soledad, la tristeza, la añoranza, la mística de la tierra que se extraña y las relaciones que se desvanecen y pierden. El fado canta al alma, las montañas, al agua, la tierra, los ojos, la amistad, los cuerpos idos y llegados, la melancolía, la vejez, la fraternidad en la lucha y la carencia. Y todo ello me conmueve y me fortalece. Mi grupo preferido de música portuguesa es Madredeus, que no es esencialmente un grupo de fado, pero es como si lo fuera. Y mi tema preferido de ellos es Ao Longue o Mar.



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