El otro día me preguntaron qué músico electrónico me gusta y respondí, sin titubear, que me encanta la cineasta francesa Helene Vogelsinger, que además es diseñadora y creadora de sonidos, compositora y experta en música modular y electrónica.
Helene está en pleno desarrollo de una serie de siete cortos musicalizados por ella misma, llamados Forgotten Futures, en los que desarrolla vídeos y composiciones musicales compuestos a partir de sustratos y colchones rítmicos en los que el eje motivacional e inspirador es la derruida ingeniería y arquitectura soviética que aún queda en pie. Helene visita edificios y estructuras situados en varios países que alguna vez estuvieron tras la cortina de hierro, y en los que la nostalgia, lo remanente de un sistema fallido y el futuro trunco en un áspero pasado se anclan en un colchón de sonidos y matices sintéticos.Bienvenidos a un espacio de contención, respeto, suma, ponderación y crítica constructiva sobre diversas expresiones musicales, cinematográficas y audiovisuales que se cruzan por el universo. Esta serie de artículos ya fueron publicados por mí en otras plataformas digitales e impresas, por lo tanto el objeto del blog es de compilación, resumen y selección.
Helene Vogelsinger y su proyecto de cortos con musicalización modular Forgotten Futures
Aquí les dejo el vídeo de la sesión dos de Forgotten Futures:
A Longe o Mar, mi canción preferida de Madredeus
El fado y mi persona se han relacionado íntimamente desde tiempos en los que mi memoria se pierde. Es como que mi alma y el lamento portugués están hilvanados. Y es un poco así: mi bisabuela fue portuguesa, y mi abuela, habiendo mamado esa cultura de pequeña, gustaba mucho de comprar vinilos de fado.
En mi adultez viajé varias veces a Portugal, y allí aproveché a escuchar fado en todo su esplendor y facetas. Me imbuí del fado de Porto, el de Lisboa, el del mediterráneo, el de Coimbra, los regionales. Todos ellos diferentes, pero con la misma raíz: la soledad, la tristeza, la añoranza, la mística de la tierra que se extraña y las relaciones que se desvanecen y pierden. El fado canta al alma, las montañas, al agua, la tierra, los ojos, la amistad, los cuerpos idos y llegados, la melancolía, la vejez, la fraternidad en la lucha y la carencia. Y todo ello me conmueve y me fortalece. Mi grupo preferido de música portuguesa es Madredeus, que no es esencialmente un grupo de fado, pero es como si lo fuera. Y mi tema preferido de ellos es Ao Longue o Mar.
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