Cuando en 1952 el compositor y teórico musical John Cage se amaneció con esta composición de silencios, que dura exactamente 4 minutos con 33 segundos (divididos en tres movimientos), muchos colegas, público y asistentes pensaron que se había vuelto loco. Pues la composición no tenía música que sonara, y los músicos intervinientes no ejecutaban ninguna composición sonora. Los 4 minutos 33 segundos eran de silencio, pero un silencio poblado de otros sonidos que no eran emitidos por los instrumentos. Y esa fue y es, precisamente, la teoría de Cage: el silencio absoluto no existe en la vida cotidiana, ya que los sonidos de ambiente o naturales, por más tenues que sean, existen y son más notables y distinguibles que la música en sí.
Cage y su 4´33´´ ha tenido toneladas de interpretaciones, ensayos, análisis y polémicas entre teóricos, y cada cual ha tratado de dar su opinión al respecto. Algunos han apoyado fervientemente los análisis y experimentos con silencios de Cage, otros lo han tildado de parlanchín.
Desde el punto de vista musical, Cage mantuvo que el silencio no era la mera ausencia de sonido sino la reinterpretación de esa supuesta ausencia desde la subjetividad y el sentir de cada uno. Ejemplo: para muchos, el murmullo de las hojas embarulladas en otoño es música; para otros, es un ruido insignificante. Además, Cage sostenía que los sonidos ambiente donde se ejecuta música son parte de las composiciones y constituyen una performance, y que la aparente ausencia de sonido y el silencio se retroalimentan y embellecen, dando lugar a verdaderas creaciones artísticas en las que lo mínimo y sutil es emponderado y elevado a composición musical.
Yo estoy de acuerdo, ¿y ustedes?
Imagen bajo licencia de Wikimedia Commons

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