The Piano (1993)

 The Piano es una película que no me canso de ver. La recuerdo como una película bella, en tonos apagados y esfumados, dura, difícil. Con una banda de sonido espectacular de Michael Nyman y unas actuaciones maravillosas. Y un tema complicado si los hay: las relaciones humanas. Las relaciones humanas que son amor, odio, rencor, traición, lealtad, secretos y revelaciones; simular esconder un amor es solo para artistas del juego de la vida, y no era el caso.

Qué difícil es amar al hombre equivocado. Qué difícil es amar a la mujer de otro. Un trío extraño donde los silencios y las señas valen mas que mil palabras al compás de la brutalidad y las inclemencias de una tierra terrible e inhóspita: la Nueva Zelanda de mitad de siglo XIX.

Un piano en la playa, un mestizo que pide acariciar entre sonidos y silencios. Una adúltera que no es tal, porque cuando el amor sangra todo vale, hasta los engaños. Porque el amor es abandonarse y aceptar el dolor y la humillación; mutilar también es un acto de amor. Y cuando todo ese cúmulo de sentidos y situaciones límite se chocan con la mas abyecta y difícil realidad salta a la vista lo que es cada cual, al desnudo. The Piano es una de las mejores películas del siglo XX.

Actuaciones escandalosamente maravillosas de Harvey Keitel, Holly Hunter y Sam Neil. La inmensa Jane Campion, neozelandesa 100 x 100 en su salsa y ambiente. Y la música, como ya dije, de Nyman.



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